Cuatro madres de rancherías de esta región viajaron a la India para convertirse en expertas en paneles solares.
En la Guajira, muchas personas no tienen acceso a la energía eléctrica, por esta razón personas como Magalys Polanco se desplazan cerca de 2 horas para poder cargar sus teléfonos celulares en lugares donde se han dispuesto puntos para realizarlo. Magalys por ejemplo viaja al hospital Nazareth a cargar su teléfono, debido a que en su hogar donde habita con sus cuatro hijos, no tienen acceso a energía eléctrica. Pero ella, con otras tres mujeres de la Guajira se encargará de encender, reparar y mantener en perfecto estado los paneles solares que producirán energía para 300 familias.
Ella junto a Anastasia García, María Luisa Uriana y María Milagros Ibarra, viajaron a la India para especializarse en paneles solares. Salieron de las comunidades Macuira y Kayuspanao, Jepen, Kolesiamana y Wimpheshi. Viajaron a Rayastán, India, en donde está Barefoot College, para transformarse en expertas en paneles solares junto con otras 40 indígenas del mundo.
Barefoot College (El colegio de los pies descalzos) es un proyecto concebido por Bunker Roy para empoderar a los habitantes de las aldeas, rancherías o resguardos del mundo y mejorar sus condiciones de vida. “Barefoot le apuesta a defender la vida rural. La gente que habita el campo no debe salir corriendo a las ciudades a buscar un empleo, y dejar a un lado el conocimiento de sus raíces, sus tradiciones y su lengua. Es posible que usen su conocimiento para generar ambientes sostenibles en sus tierras”, afirma Rodrigo Paris, director de Barefoot para América Latina, parafraseando a su fundador.
Las clases para estas indígenas fueron todas en Inglés, lo cual dificultó un poco el aprendizaje debido al idioma español y wayú que llevaban de Colombia, además la alimentación fue muy diferente, extrañaban la carne, el cordero y las comidas típicas de sus regiones. Se les explicó el funcionamiento de los sistemas, las herramientas y se les entregaron manuales que ahora guardan como un tesoro, lo que les ayuda a instalar y reparar los paneles. Todas eran mujeres, según Rodrigo Paris, “si educas a un niño tienes un hombre, pero si educas a una niña tienes una aldea, porque las mujeres son generosas con su conocimiento y tienen sus raíces puestas en la tierra que cultivan o que las vio nacer”.
Ahora estas mujeres llevan energía a sus aldeas y se han convertido en ingenieras solares, con esto mejoran las condiciones de vida de sus comunidades y se empoderan de las mismas. Mucho éxito en su labor.
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